Pueblos

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Pueblos bonitos: si bonito y pequeño, dos veces bueno y bonito

España está plagada de pueblos bonitos.

Pueblos bonitos diseminados por toda la geografía española.

Tienes pueblos bonitos a una hora, dos o tres horas de tu domicilio.

Cerca de ti: de una montaña, de una playa o del mar abierto, al lado de un río grande o un riachuelo chiquito. O en plena llanura: rodeado de paciencia, silencio y soledad.

En Sitios Bonitos te vamos a dar algunas pistas para que encuentres el pueblo bonito que mejor va con tu propia personalidad.

En casi todas las listas, Albarracín es el pueblo español que aparece como uno de los pueblos más bonitos del mundo.

¿Qué hace bonito a un pueblo cualquiera?

La mayoría reúne todas o algunas de la siguientes características:

Tienen encanto

Es una propiedad muy subjetiva. Son pueblos que transmiten una emoción singular que no cabe en ninguna definición al uso. Tienen encanto, estilo, son únicos. El encanto se respira en el ambiente. Se tiene o no se tiene.

Viven pocos habitantes

Casi siempre son localidades de menos de 1.000 almas. Lo normal es que su censo no pase de algunos centenares, incluso es habitual que no supere algunas decenas. De uno u otro modo, son pueblos que se resisten a desaparecer del mapa. Persisten en su ser, en sus ganas de vivir a contracorriente de todas las modernidades habidas y por haber. Se mantienen fieles a sí mismos: solo vivir, solo existir, solo pasar la vida sin pretensiones vanas de grandeza. Hacen historia en las cosas cotidianas, en el día a día, en el sosisego de respirar a pleno pulmón la fiesta de ser lo que son sin aspiraciones de ni ambiciones vanas de todo o nada.

Su personalidad es evidente

Cuando se atisban en el horizonte, los pueblos bonitos asoman a la mirada atenta como entes con carácter y personalidad. Desde el primer contacto visual con los contornos de su perímetro vital, se sabe que tienen peso específico, que albergan un interior sobresaliente, que son alguien que tienen mucho que decir y contar si somos capaces de escuchar los latidos históricos que salen de su corazón. Un pueblo bonito que se sabe bello exhala un aura especial que nunca escapa a la sensibilidad abierta y expectante de una persona madura, atenta y empática con la belleza histórica y natural del mundo que le rodea.

Arquitectura tradicional

No se trata, aunque puede ser que sí, que el pueblo bonito tenga edificios civiles, religiosos o militares, o bien monumentos cargados de orgullo, de especial significación histórica o cultural. Pero sí es necesario que su arquitectura tradicional, la que cobija el sentir de la gente, tenga algo singular que muestre la diferencia de sus casas. Una arquitectura peculiar traslada armonía espiritual a los visitantes o forasteros. La armonía acoge en su seno sin ruidos estéticos innecesarios.

Entorno ecológico

Todo pueblo bonito tiene hitos geográficos que le otorgan una seña de identidad indiscutible. Un valle, un pico, un río o arroyo, una playa, un acantilado, una garganta o desfiladero, un molino, una senda, un yacimento arqueológico, una mina abandonada, un bosque, un árbol centenario... Las posibiliades son inmensas. La naturaleza virgen o salvaje siempre es un aliado amable de todo pueblo bonito que se precie de serlo.

Historia, mito, leyenda

Es una especie de ingrediente intangible de un pueblo bonito. Puede ser un devenir histórico singular, pero también un mito legendario o una leyenda que ha ido de boca en boca entre sus moradores de generación en generación. Esa historia, mito o leyenda aporta una dosis de espiritualidad imprescindible para transformar la materia anodina del día a día en evento vital de primer orden. Una roca es una roca: materia inerte que ve pasar la vida sin tener nada que decir sobre ella. Una roca con leyenda, mito o historia es una roca viva que grita ¡yo soy yo y tengo mucho que decirte!

Soledad sonora

Un pueblo bonito huye de las multitudes. Habita contento su propia soledad, que siempre es soledad sonora y amistosa. Un pueblo bonito recibe a sus visitantes atentos con inmensa felicidad. Siempre está dispuesto a desnudarse, a hablar sobre sí mismo, a compartir experiencias y desvelos... A decirse en cada paso y cada mirada. Esa soledad no es soledad patológica, antes al contrario es soledad que invita a la conversación tranquila y amena, sosegada y reflexiva. Si vas a un pueblo bonito siéntate en un banco de sus calles. Y escucha.

Estética y tradición

Los pueblos bonitos son pueblos guapos con tradiciones ancestrales. Su belleza es natural, salta a la vista. Y su personalidad está decantada, como en el buen vino, por años, siglos tal vez, de paciente y esforzado vivir. En un pueblo bonito todo tiene sentido si sabes desentrañar sus misterios insondables.

Limpieza exquisita

Es un factor práctico de enorme importancia, que sus calles, plazas y entorno manifiesten una limpieza cuidada e impecable. Que nada sobre pero que nada falte. Que cada mañana amanezca con la cara lavada y con afán de comerse el mundo a pequeños bocados. Un pueblo abandonado al correr del tiempo, que acumula suciedad y mugre pierde todo interés para el visitante o turista.

Gentes que expresen sus sentimientos

No cabe la menor duda que un pueblo, más allá de sus elementos ambientales, históricos y culturales propios, reside en sus gentes. La idiosincrasia de sus moradores da ese toque sutil e imprescindible para que un pueblo bonito sea el pueblo más bonito entre todos los pueblos bonitos de España o el mundo. Ir a un pueblo bonito supone ver con los ojos y con el interior de cada uno: y hablar con sus gentes. Darse el lujo de que el tiempo no apremie. Las prisas son la peor compañía. Hay que dejarse llevar, pararse, sentarse, conversar... Y, dobre todo, saber escuchar. Cada persona es un mundo si le damos la oportunidad de expresarse.

En Sitios Bonitos tienes los pueblos más bonitos de España. Los tienes en los alrededores de tu domicilio. O un poco más lejos. No vayas a ellos a la velocidad del viento huracanado. Reposa tu mirada para alcanzar el poso singular de un pueblo bonito incomparable.

Puedes repetir la experiencia tantas veces como quieras. Si un pueblo bonito entra en tu corazón, volverás y volverás y volverás...

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